Vuelves. Apareces latente en las ideas del proyecto que
recorriste a medio camino. Te inmiscuyes en las cicatrices que aún se adscriben
a mí. Bajo la silueta de nuestra banda sonora, me rodeo de tus ojos brillantes.
Bajo la luz de los recuerdos, me recuesto en la memoria. Realmente no estoy
considerando muy bien todo y he perdido en gran parte las riendas de mi viaje.
Desde el día que llegaste hasta el momento en que partiste, nunca pude descifrar
bien el sentir que enfoqué hacia ti. Este es el rincón de palabras que
manifiestan todos los colores que nos hicimos ver, o más bien, me propuse
vivir. Por favor haz que nunca te olvide. Me aferro a esto como el último
aliento que anhelo sentir. Me mantengo apegado a esta sensación que ya no pude
expirar. Necesitas simplemente cerrar los ojos hacia mí, inclinar tu hombro y
mirar mis labios para derrumbar todas las construcciones que creé para sacarte.
Necesitas acariciar mi mentón con tus dedos para hacer de mi lo que quieras. Lo
que sucede no expira, ni cambia. Es latente y necesita simplemente remover un
poco el polvo para llevarme de regreso a la ruta. A cada momento. A cada abrazo.
A cada vez que recorrí todos mis espacios gracias a la manera que me hiciste
ver la vida.