Te entierras a ti mismo. Expiras los plazos y cavas cada centímetro de tu espacio. Crees respirar cuando te asfixia el aire que impusiste a tu alrededor. Siembra cientos de dudas, y cosecha miles de almas devastadas. Abraza tus impulsos de una vez, y respóndete sobre que realmente quieres y eres. Más que eso, no queda nada. Sólo construcciones que necesitan estructurar y cimentar el suelo bajo tus pies. ¿Y que si perdemos todo sabiendo que siempre valió la pena?
Las señales confunden. Tú dices lo que quieres decir, mientras escucho lo que quiero entender.
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