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martes, octubre 12, 2010

.Tres semanas.


Cuando tres semanas, o veintiún días son parte de la piel. Los ojos aprenden a no llorar, y las alegrías comienzan a aflorar suavemente, tratando de no ser tomadas por el vacio, y el deseo ya silenciado de pedir que vuelvas a confundir mis esquemas.

Las preguntas se van quedando quietas, y simplemente se acostumbran al pasar de las horas, quedando inconclusas, y melancólicamente sin ganas de ser resueltas. Ya nos paso la cuenta el reloj, y a pesar del llanto momentáneo, vimos que así, en este viaje, vivimos y funcionamos.

Esta distancia, que marcan un par de estaciones del metro, o unos cuantos minutos en un bus, es la frontera entre todo el amor que queremos dejar atrás.

Siempre viene a mí la idea de ir, y verte de lejos. Ver como sonríes, y ver si eres feliz sin mí, para volver a mi habitación, y saber que a ti se te hace más fácil dejar esto atrás. Aunque me engañe, y me obligue a querer esto, para ti, es la solución a todo. Y no puedo ir contra ello, por mucho dolor que me pueda causar.

Nunca tuve un prueba de amor tan fuerte, como dejar ir a alguien después de que me diera el último beso, y concluyera la frase con un te amo ensordecedor, y resplandeciente, diciéndome que un amor es más bello cuando no se destruye, y queda como tatuado en el alma.

Me dio terror verme así sabes. Me asusto saber cómo serian los días, sin verte recostada en mi cama, o jugando a ser la pareja que se ama bajo las estrellas. Que me hacia una persona expectante, de ese momento anhelado cuando con tus pestañas se empequeñecían, y el brillo de tus ojos, me decía un “te amo” que emanaba de tu sentir mismo, y se concluía con un beso suave.

Después de mentiras, y tantas rabias, aunque broten lagrimas, si logramos viajar el uno del otro a lugares distintos, diciéndonos te amo,¿qué más puede importar?. Y ahora que solo deseo que el tiempo me haga sanar este amor, que de alguna manera no sabe como cerrarse, y no encuentra la solución en todo lo demás, me queda esta forzosa sonrisa que le da algo de esperanza a mis lagrimas.

Después de tanta alegría, tenía que venir esta avalancha. Te tenía que perder en ella.

Ahora que no estás, y la distancia me hace sentir como si no respiraras el mismo aire que yo, solo quiero que sepas, que estoy sanando, y de manera proporcional, te estoy extrañando más.
Pero sé que algún día, estaré bien, olvidándote, y dejando bajo tierra el sabor de tu boca, y como tus abrazos invadían el centro de mis emociones, y completaban el rompecabezas inconcluso que necesitaba para ser feliz.

Antes de llenar las teclas de lagrimas, te diré una y mil veces que quiero volver al inicio. Y quiero tenerte cerca algún día.

Te extraño tanto a veces.

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